EL TIEMPO
(fragmento)
No conozco al tiempo, nunca lo he visto.
Nunca me dirigió la palabra,
Pero sí me abrió su abismo.
No conozco al tiempo,
pero me deja su nombre en cartas e indirectas.
Nunca he visto al tiempo,
pero sé de su cola que da forma a mi presencia.
No conozco al tiempo,
pero me deja rastro de su legado,
las nuevas arrugas de mis viejos
o el cúmulo de polvo que se va juntando…
Jimena Guevara,
poetisa española contemporánea
No hay nada más inasible y a la vez más contundente, que el tiempo. Ha intrigado a la humanidad desde tiempos remotos, dejando siempre más preguntas que respuestas: ¿existió un principio?, ¿habrá un final?, ¿existe un mismo tiempo para todos?, ¿es lineal?, ¿podremos viajar en él?...
Es posible que, para el hombre primitivo, el tiempo fuera una sucesión confusa de días y noches, no obstante, podía apreciar los ciclos de la naturaleza que marcaban cambios en su entorno. La necesidad de plasmarlo se ha reflejado en los diferentes calendarios que se han hecho a lo largo de la historia que, basados en fenómenos naturales, definen también ceremonias, celebraciones y rituales.
Se sabe que en China ya se estudiaba la astronomía desde el siglo IX a. de C., ya que en algunos textos aparecen descripciones sobre el solsticio de invierno. 4000 a. de C. los egipcios ya conocían el año solar de trescientos sesenta y cinco días, con doce meses de treinta días y cinco complementarios, coincidiendo con la crecida del río Nilo. Existen evidencias de que los mayas –3000 a. de C.– conocían la posición de los planetas y la periodicidad de los eclipses, y que manejaban un calendario de trescientos sesenta y cinco días.
Filósofos, escritores, mandatarios y científicos se han ocupado de reflexionar sobre el tiempo:
“No puedes bañarte dos veces en el mismo río, pues las aguas que fluyen sobre ti son siempre nuevas” –refiriéndose a que la existencia constituye un flujo en movimiento–.
Heráclito
“El tiempo es la imagen de la eternidad, el tiempo es tanto una idea abstracta, como una realidad de la vida.”
Platón
“El tiempo es como un río que arrastra rápidamente todo lo que nace.”
Marco Aurelio
“Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé.”
San Agustín
“El tictac de los relojes parece un ratón que roe el tiempo.”
Alphonse Allais
“El tiempo es implacable porque nunca deja de fluir, y todo lo que existe está sometido a su efecto”
Albert Einstein
Para Isaac Newton, el tiempo existía independientemente de la mente humana y de los objetos materiales –además fluía por sí mismo–; mientras que, para Emmanuel Kant, el tiempo era una invención humana que se proyectaba sobre el universo. En la física moderna también se ha teorizado sobre el tiempo, en donde sobresalen la teoría de la relatividad, de Albert Einstein, y la física cuántica, de Max Planck.
De acuerdo a la RAE, el tiempo se explica de estas formas: “duración de las cosas sujetas a mudanza; magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro, y cuya unidad en el sistema internacional es el segundo; parte de la secuencia de los sucesos; época durante la cual vive alguien, o algo sucede…”
El conocimiento del mundo también está inmerso en un concepto del tiempo, y particularmente fue fundamental para la Dra. Montessori, conectar a los niños con las leyes o modelos universales que existen en el cosmos, con el fin de comprender el proceso psico-evolutivo que gobierna todo, por lo que dirigió sus esfuerzos a lo que ella llamó: educación cósmica.
Desde la perspectiva filosófica de la Dra. Montessori, es el educando quien descubre la tarea cósmica de la humanidad, que consiste en continuar colectivamente el trabajo de la creación sobre la Tierra, descubrir con su inteligencia las infinitas posibilidades latentes de la creación del mundo, y manifestarlas en nuevas formas.
Las herramientas que propone María Montessori para conectar al niño de Taller con la educación cósmica es a través de líneas del tiempo e historias imaginarias, dramatizando desde la teoría del Big-bang y la vida sobre el planeta, hasta la llegada del hombre a la Tierra, demostrando así algunos principios universales que han permitido el viaje evolutivo de la humanidad.
La Dra. Montessori introdujo en la educación básica las líneas del tiempo, para poder plasmar información y conceptos con el fin de acercar a los niños a un concepto de unidad e intimidad con todo lo que existe y ha existido; para facilitar la comprensión sobre la necesidad de cooperación y colaboración de todo el universo; y para que se dé cuenta de la inherente interconexión de todo lo animado e inanimado.
Una línea del tiempo es la representación gráfica de periodos cortos, medianos o largos (años, lustros, décadas, siglos, milenios…) en los que ocurren u ocurrieron hechos, acontecimientos o procesos –incluso simultáneos–, con el fin de comprender mejor sus causas, sus efectos, su duración, su relación, etc.
Afortunadamente cada vez más propuestas educativas han adoptado esta herramienta para trabajar con los niños, incluida en ellas, la SEP. De hecho nosotros también podemos aprovechar el periodo de confinamiento para desarrollar la habilidad de crear líneas del tiempo –propias– en casa, como por ejemplo: una biografía (real o imaginaria), el desarrollo de un movimiento artístico, las obras de algún autor, la invención de algún instrumento o aparato, la historia de una vestimenta, el árbol genealógico de nuestra familia, o incluso la historia de esta pandemia que vivimos.
Como en todo, María Montessori concibió a las aportaciones de la educación para la vida, y la vida sucede a cada momento, a cada instante, así que ayudemos a nuestros niños a plasmar su propia historia.