(Por: Carmen Ramos Méndez G.)
El mes pasado, dentro de uno de los temas en los Talleres para Padres, hablábamos acerca de las grandes revoluciones que han transformado nuestra forma de vida, desde la Revolución Agrícola hace unos diez mil años, cuando el hombre aprendió a sembrar y cosechar, y se volvió sedentario, pasando por la Primera Revolución Industrial con la invención de la máquina de vapor y las primeras fábricas en el S. XVII, después por la Era del Automóvil entre 1870 y 1914, posteriormente con la aparición de la informática y el internet en los 80’s, hasta llegar hoy en día a la llamada Cuarta Revolución Industrial o Sistema Ciberfísico, en donde los paradigmas sobre las habilidades que más necesitaremos para responder a las necesidades de la humanidad, han cambiado radicalmente.
Con un simple repaso podemos observar cómo se ha ido acortando la distancia entre estos procesos transformadores, cuán rápido lo novedoso se vuelve obsoleto, e incluso, cuántos conocimientos y cuánta preparación resultan ya anacrónicos.
Más allá del inconsciente colectivo del que habla Carl Jung (en donde compartimos experiencias psíquicas, imaginarios y símbolos en común con todos los seres humanos, independientemente de nuestra vida individual), del ambiente que ha modelado nuestra cultura y de nuestros apegos materiales y emocionales, podemos reconocer que no hay certidumbre sobre la utilidad que tendrá en un futuro lo que hoy aprendemos y desarrollamos.
La Familia, y luego el Estado, son las instituciones sociales más antiguas e importantes para el hombre, y a partir de la Revolución Francesa: la Escuela, que desde entonces ha sido la responsable de formar individuos que sepan vivir en sociedad, y de funciones educativas que no se dan en familia, como la instrucción de contenidos. Estas instituciones han tenido y siguen teniendo un papel fundamental en la educación y formación de su sociedad, y son las responsables de considerar las mejores estrategias para garantizarle una forma de vida digna, plena, sustentable y respetuosa.
Ante una Cuarta Revolución Industrial que ya ha comenzado (como la nombró en 2016 Klaus Martin Schwab, presidente y fundador del Foro Económico Mundial), la interrogante para todos debe ser: ¿qué se vislumbra en un futuro próximo y un futuro a mediano plazo?
El cambio radical que supone un nuevo sistema productivo en nuestras relaciones sociales y en nuestra forma de vida, nos sugieren una reflexión sobre las prioridades que las instituciones sociales tienen: la Familia, el Estado y la Escuela; y también una revisión sobre las necesidades que desde ya, se presentan, para atenderlas conscientemente.
Los viejos retos a los que seguimos enfrentándonos como humanidad parecen agudizarse: acabar con la pobreza y con el hambre, mejorar la salud y el bienestar, garantizar una educación de calidad, lograr una igualdad de género, tener acceso a agua limpia y saneamiento, derecho a tener un trabajo digno, reducir las desigualdades, crear ciudades sostenibles, producir y consumir responsablemente, tomar acciones por el clima, proteger la vida submarina y de todos los ecosistemas terrestres, promover la paz… Contrastados todos por grandes avances en la ciencia y la tecnología que se reflejan en la informática, en la medicina, en el entretenimiento, en las relaciones sociales, e incluso en la educación, por mencionar algunos aspectos.
Y a todo esto, el ser humano sigue siendo esencialmente el mismo. Su proceso de gestación no se ha simplificado ni su desarrollo físico, emocional e intelectual se ha acelerado; sigue sin responder las interrogantes que le han surgido desde los primeros tiempos, y sigue buscando algo que llama “felicidad”, sin saber dónde encontrarla. Ningún equipo ha podido sustituir sus propias experiencias ni suplir su autoconstrucción. Nadie ha podido ahorrarle las crisis por las que pasa ni ha domado su corazón.
¿Cómo navegar con un mismo barco en un mar desconocido? Dicho en otras palabras: ¿cómo prepararnos, cómo ayudar al niño a prepararse para un futuro incierto?
La respuesta es: favoreciendo el desarrollo de sus potencialidades, ayudarlo a convertirse en la persona que está destinada, como humanidad, a ser, ya que aún cuando las condiciones están y estarán cambiando vertiginosamente, las habilidades esenciales que se despiertan durante la infancia y la niñez, seguirán siendo las necesarias.
Las profesiones que se perfilan en un futuro no lejano son, entre otras: agricultor de cercanía, asistente médico personal, representante profesional, ingeniero de reciclaje, nano técnico y nano médico, desarrollador de domótica, gestor de voluntarios on line, diseñador de sueños, especialista en Big Data, ciberabogado, marketing para start ups, desarrollador de aplicaciones móviles y de realidad virtual, técnico en impresión 3D, diseñador de órganos 3D, chef de impresión 3D, arquitectura y diseño de interiores virtuales, técnico de nanobots, operario de robots, gestor de relaciones con los clientes en la nube… Amén, deseablemente, de que no desaparezcan la cultura y las artes.
En consecuencia, las habilidades que se están perfilando como necesarias, son: pensamiento y mente matemática, saber comunicarse y expresarse correctamente, creatividad, pensar fuera de la caja, capacidad para detectar situaciones de conflicto y contar con elementos para solucionarlos creativamente, capacidad para trabajar en equipo, adaptación, manejo del estrés, capacidad para negociar y tomar decisiones, gestión emocional, autorregulación ante los estímulos, desafíos y problemas, etc.
Hoy nuestros niños deben estar ejercitando estas habilidades, y lo mejor de todo es que ya lo están haciendo. María Montessori no llegó si quiera a la Revolución Informática, no habló del calentamiento del planeta ni se le ocurrió pensar en una globalización de la economía, y sin embargo planteaba ya los retos que como humanidad venimos enfrentando, y se ocupó de acompañar el desarrollo de las habilidades inherentes al ser humano, mismas que siguen vigentes para este futuro que nos está alcanzando.
Concluyendo, podemos decir que las habilidades que desarrollan los niños hoy en Montessori, son sus verdaderas oportunidades para el futuro.